lunes, 8 de julio de 2013
Después del Amor
No pudimos ser. La tierra
no pudo tanto. No somos
cuanto se propuso el sol
en un anhelo remoto.
Un pie se acerca a lo claro
En lo oscuro insiste el otro
Porque el amor no eterno
en nadie, ni en mi tampoco
El odio aguarda su instante
dentro del carbón más hondo
Rojo es el odio y nutrido
El amor pálido y solo
Cansado de odiar, te amo
Cansado de amar, te odio
Llueve tiempo, llueve tiempo
Y un día triste entre todos,
triste por toda la tierra,
triste desde mi hasta el lobo,
dormimos y despertamos
con un tigre entre los ojos
Piedras, hombres como piedras
duros y plenos de encono,
chocan en el aires, donde
chocan las piedras de pronto
Soledades que hoy rechazan
y ayer juntaban sus rostros
Soledades que en el beso
guardan el rugido sordo
Soledades para siempre
soledades sin apoyo
Cuerpos con un mar voraz
entrechocado, furioso
Solitariamente atados
por el amor, por el odio
Por las venas surgen hombres,
cruzan las ciudades, torvos
En el corazón arraiga
solitariamente todo
Huellas sin compañia quedan
como en el agua, en el fondo
Sólo una voz, a lo lejos
siempre a lo lejos la oigo
acompaña y hace ir
igual que el cuello a los hombros
Sólo una voz me arrebata
este armazón espinoso
de vello retrocedido
y erizado que me pongo
Los secos vientos no pueden
secar los mares jugosos
Y el corazón permanece
fresco en su cárcel de agosto
porque esa voz es el arma
más tierna de los arroyos:
"Miguel: me acuerdo de ti
después del sol y del polvo
antes de la misma luna,
tumba de un sueño amoroso"
Amor: aleja mi ser
de sus primeros escombros
y edificándome dicta
una verdad como un soplo
Después del amor, la tierra
después de la tierra, todo
Miguel Hernández
Cancionero y Romancero de Ausencias
1938-1941
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