Recuerdo que esa mañana en le dije a mi madre que no
quería ir a la Fiesta Grande porque los Gargantúa me daban miedo.
Ella me prometió que no nos aceraríamos a ellos.
Iríamos a ver las konparsas y al txosna donde mis tíos estarían vendiendo
pastelitos de arroz y refrescos.
Por la tarde, fuimos con mi prima a jugar al huerto
del abuelo. Adorábamos jugar en ese lugar que olía a albahaca fresca.
Esta vez en el juego de las escondidas se unieron
Juanito y Luis, dos niños que vivían en la misma cuadra que nosotras.
Cuando estaba apoyada en el árbol contando, percibí
alguien que había alguien detrás de mí. Giré y vi un hombre vestido de negro.
Usaba un gorro pasamontañas que le cubría el rostro, dejándole al descubierto
los ojos.
Antes que pudiera gritar me tapó la boca con un paño hasta
desvanecerme. Lo último que escuché fue la voz de mi prima pronunciando mi
nombre.
Desperté sobre una cama atada de pies y manos. El
cuarto donde me encontraba estaba en penumbras, apenas se distinguía la
claridad filtrándose por una ventanilla.
No sabía dónde estaba ni cuánto tiempo dormí. La
cabeza me latía de tal manera que creí que el corazón se me había mudado de
lugar.
Escuché que alguien abría la puerta. Fingí estar
dormida. Le vi dejar sobre la mesa un tazón, una caja de cereales y otra de
leche. Luego me desató.
Me dejé vencer por el sueño que llegó suavemente
como un balanceo de cuna. Me despabilé con el sonido del Badatos Marijaia.
Entonces supe que la Semana Grande de Bilbao había comenzado.
Minutos después oí la fanfarria de las konparsas
pasando muy cerca de la casa, tal vez por
la puerta de esta. ¿Me preguntaba
donde estaba yo? ¿Notarían mi ausencia en casa? ¿Estarían buscándome?
Nuevamente la puerta se abrió. El hombre del pasamontañas entró y me dijo
−No has tomado tu leche con cereales. ¿Qué debemos
hacer contigo? Hace veinte años que estás aquí con nosotros y siempre la misma
historia. ¡Anda, come tus cereales!−
Lo miré y quise gritar pero la vos no me salía. Fue
cuando escuché la voz de mamá
−¡Ana despierta! Has vuelto a tener otra pesadilla−
Abrí los ojos y vi que ella estaba a mi lado
acariciándome
−No quiero ir a la Semana Grande mamá. Los Gargantúa
me dan miedo−
Nora Ibarra
Curitiba-Brasil. Septiembre 2013
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