miércoles, 22 de enero de 2014

Jardín de Plástico


Yo lo vi. Estaba allí esa tarde de agosto fria y plomiza. Tania y yo jugábamos en la sala donde uno de los ventanales daba a la galeria. La abuela de Tania había hecho de esa parte de la galería un jardín de invierno. Lo cerró con ventanas altas y vidrios gruesos. Albergaba begonias, orquídeas y tulipanes.
Esa tarde la vimos realizar movimientos mecánicos que partían del brazo y culminaban en las manos enguantadas. Usaba una palita-carpín de mango corto que se parecía más a un juguete que a un elemento de jardinería. Retiraba las plantas una a una. Agregaba en cada maceta un polvo blanco mezclado con agua. Una vez obtenida la pasta, insertaba la planta de plástico.
A pesar de nuestra corta edad, intuimos que algo no estaba bien. Cuando terminó, entró en la sala, nos miró y dijo 
-Es un artilugio, cuanto más artificial, más natural- Y con aire solenme se fue a la cocina.
Tania murmuró - No sabe lo que quiere decir artilugio, seguro que lo sacó de las revistas para mujeres que lee-
Fue el comienzo del fin. Al poco tiempo sacó la máquina de coser del cuartito color rosa y colocó dos sillones de mimbre debajo de la ventana, una mesita, también de mimbre, y sobre ella el protagaonista principal: el teléfono, lápiz y papel para toamr nota mientras se desarrollaba la conversación.
 Otro día Tania me estaba esperando en la puerta de la casa.Me dijo - hace más de una hora que está hablando por teléfono y no para de decir "Vestigios de albúmina"-
Fuimos en puntas de pie hasta el cuartito. La vimos concentrada leyendo una hoja de papel con membrete. Parecía una prima dona memorizando la letra delrepertorio. Decia
-El análisis del laboratorio dice que hay "vestigios del albúmina"-
Tania y yo pensamos que era un tipo de germinación, solo que con análisis clínico no combinaba. Su oído absoluto percibió nuestra presencia y exclamó
-Vayan a la cocina y prepárense algo para comer que yo estoy ocupada-
Durante toda la tarde hizo más de una docena de llamados comunicándoles a las cuñadas los vestigios de albúmina fuerra del contexto del análisis clínico que el laboratorio le entregó con el rótulo "confidencial".
Ocupamos toda la tarde con diccionarios y enciclopedias que nos revelasen tales vestigios...llegamos a la conclusión que no era una enfermedad peligrosa.
El verdadero peligro era la forma con que la abuela de Tania se apropiaba de las palabras, agrupándolas en un compendio adaptado para la ocasión. Como la vez que su hija menor viajó a Brasil en barco y se descompuso al cruzar el"Golfo de Santa Catalina".
Nunca encontramos ese golfo en el mapa. Lo más próximo fue un estado de Brasil llamado Santa Catarina.
Cuando intentamos explicarle se enojó con nosotras propinándonos una catarata de gritos ensordecedores. Los adultos nos advirtieron -Paren de corregir a la abuela, que ella sabe lo que dice y hace-
De ahí en adelante cortamos todo tipo de comunicación con ella. Con el tiempo, los demás parientes hicieron lo mismo.
Durante los últimos años que visité la casa de Tania, veía a la anciana sentada en el jardín de invierno, rodeada de las plantas de plástico. En una atmósfera entre patética y solemne, daba la sensación que conversaba con fantasmas y almas en pena.
El cuartito rosa fue convertido en una sala de estudio que Tania y su hermano acostumbraban ocupar. El teléfono pasó al corredor de la casa. Las cuñadas ya no llamaban. Cinco años depués falleció.
Una tarde fuimos con Tania al cementerio a visitar la tumba de su abuela.
Mi amiga llenó con agua el florero situado sobre la lápida. Después sacó del bolso un ramito de alelíes y lo colocó en el jarróncito metálico.
Sorprendida exclamé - Tania, esas flores son de plástico!-
Ella me respondió
-Sí ya sé. Eran las preferidas de ella-


                                                              Nora Ibarra
                                                  Curitiba-Brasil. Enero 2014 


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